Para algunas personas ven que este concepto implica crear una apariencia y aprender algunas herramientas para confundir o engañar a los demás para que piensen que somos quienes ellos esperan, entonces si el objetivo de una persona no es engañar, por propiedad transitiva no necesitaría preocuparse por su marca personal.
A diferencia de la visión que el marketing tiene acerca del branding personal, el coaching ontológico va más allá, agrega a la fórmula la palabra “ser”; si bien, en el mundo empresarial y de la consultoría a todos les interesa vender sus productos y servicios, no debería enfocar todo su capital en otro, si al final de cuentas lo que yo soy es lo que yo vendo, es por eso que sus áreas de mercadotecnia están trabajando día y noche en crear contenido, sumarse a las tendencias o en el mejor de los casos crear campañas de venta que amplíen los mercados y las redes comerciales de las organizaciones.
Existe un punto de referencia que ha sido manejado desde la antigüedad pero que hoy se pierde en el mar digital, ¿a que me refiero exactamente? a la construcción del ser como una marca personal, donde los rasgos más valorados sean precisamente esos los que nos den una ventaja competitiva no por lo que vendemos sino por lo que somos, esto conlleva a la imagen personal que no solo se construye con la forma de vestir, se consolida con la expresión del lenguaje, la exteriorización de las virtudes, el comportamiento y como esto se armoniza.
Aquí valdría la pena definir que es “la marca personal”. Es la huella distintiva y única que dejamos en nuestro entorno, conectados con nuestro ser y en un marco que contemple valores de identificación que aparentemente son intangibles, pero pueden llevarnos a relaciones tangibles, por supuesto esto implica centrarse en la identidad de la marca, pero ahora no de tu firma, de tu despacho o de tu empresa sino de tu persona quien está relacionado directamente con los principios éticos y las creencias personales.
Podríamos suponer que yo soy lo que mi marca representa, pero en una realidad tácita para la percepción a nivel social tendría que ser al revés, yo soy quien representa a mi marca y hoy más que nunca esta idea sea explotado con éxito, es por eso que los líderes de opinión, los influencers etc., han encontrado un nicho de mercado importante ya que ellos son los que se venden y ahora las empresas los buscan para comercializar productos o servicios, con esto no te invito a ser influencers o participe en alguna app, pero si te aseguro que la visión de las nuevas generaciones demanda un rostro, una figura, una persona que sea un agente inspirador para poderse relacionar comercialmente con él.
La pregunta aquí sería ¿Si tu como persona solamente fueras una marca que venderías?
Para algunas personas ven que este concepto implica crear una apariencia y aprender algunas herramientas para confundir o engañar a los demás para que piensen que somos quienes ellos esperan, entonces si el objetivo de una persona no es engañar, por propiedad transitiva no necesitaría preocuparse por su marca personal.
A diferencia de la visión que el marketing tiene acerca del branding personal, el coaching ontológico va más allá, agrega a la fórmula la palabra “ser”; si bien, en el mundo empresarial y de la consultoría a todos les interesa vender sus productos y servicios, no debería enfocar todo su capital en otro, si al final de cuentas lo que yo soy es lo que yo vendo, es por eso que sus áreas de mercadotecnia están trabajando día y noche en crear contenido, sumarse a las tendencias o en el mejor de los casos crear campañas de venta que amplíen los mercados y las redes comerciales de las organizaciones.
Existe un punto de referencia que ha sido manejado desde la antigüedad pero que hoy se pierde en el mar digital, ¿a que me refiero exactamente? a la construcción del ser como una marca personal, donde los rasgos más valorados sean precisamente esos los que nos den una ventaja competitiva no por lo que vendemos sino por lo que somos, esto conlleva a la imagen personal que no solo se construye con la forma de vestir, se consolida con la expresión del lenguaje, la exteriorización de las virtudes, el comportamiento y como esto se armoniza.
Aquí valdría la pena definir que es “la marca personal”. Es la huella distintiva y única que dejamos en nuestro entorno, conectados con nuestro ser y en un marco que contemple valores de identificación que aparentemente son intangibles, pero pueden llevarnos a relaciones tangibles, por supuesto esto implica centrarse en la identidad de la marca, pero ahora no de tu firma, de tu despacho o de tu empresa sino de tu persona quien está relacionado directamente con los principios éticos y las creencias personales.
Podríamos suponer que yo soy lo que mi marca representa, pero en una realidad tácita para la percepción a nivel social tendría que ser al revés, yo soy quien representa a mi marca y hoy más que nunca esta idea sea explotado con éxito, es por eso que los líderes de opinión, los influencers etc., han encontrado un nicho de mercado importante ya que ellos son los que se venden y ahora las empresas los buscan para comercializar productos o servicios, con esto no te invito a ser influencers o participe en alguna app, pero si te aseguro que la visión de las nuevas generaciones demanda un rostro, una figura, una persona que sea un agente inspirador para poderse relacionar comercialmente con él.
La pregunta aquí sería ¿Si tu como persona solamente fueras una marca que venderías?